Saturday, April 19, 2008

Querido Mario:

Hoy entré a leer el espacio de un buen amigo de mi broder, el famoso Mario, de quien mi broder habla seguido y con gran cariño, tomando en cuenta esta relación me aventuro a tratar de responder en la medida de mis posibilidades y, como siempre, en mi opinión, a un post que escribió hace algunos días.

Mario, leyendo tu comentario me parece que tus pensamientos representan a un gran sector de la sociedad, de esos que somos católicos, a veces sin saber a ciencia cierta por qué. ¿Por qué ser católico si hay tantas incongruencias en la jerarquía? ¿si parece que promueven el oscurantismo? ¿por qué serlo si vemos a tanta gente que se dice fiel pero en las obras demuestra todo lo contrario?

Hoy la Iglesia se ve rodeada de acusaciones de pedofília, de relación con el narcotráfico, de anacronismos que objetan el avance de la ciencia. Parece que hoy la Iglesia católica no tiene salida.

Lo interesante es que todas estas acusaciones han ido de la mano con la Iglesia a través de los siglos; no son nuevas. Hoy la peofília es la moda, pero hace treinta años, era la mafia, el asesinato de Juan Pablo I a manos de la P2 y en contubernio con el Card. Jean Villot; y hace casi 500 años era la venta de indulgencias para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro. -que quede claro que creo que un sacerdote pederasta debe ser juzgado tanto por su Iglesia como por el Estado donde cometa el crimen-.

A través de los Siglos la Iglesia católica se ha visto envuelta en intrigas, tráficos y tantas cosas que habría qué transcribir el libro "Leyendas Negras de la Iglesia" de Vittorio Messori. Es un hecho que durante todos los años que la Iglesia Católica siga en el mundo, su jerarquía será acusada de una y mil cosas más, algunas con razón y otras sin ella.
La Iglesia Católica cumple una función muy importante en cuanto a la opinión pública. Todo aquello que se mueve requiere un freno. La Iglesia trata de lograr que recordemos que no somos dioses, que ningún exceso es bueno, ni siquiera el exceso de piedad, pero como la Iglesia no tiene (y no debe tener) facultades para castigar corporalmente a quienes no la sigan, podemos ignorarla y seguir nuestro camino aunque éste sea contrario a los valores que ella propone. Nuestra moral y nuestro sentido de la eternidad nos guían.
Hay cosas en las que la Iglesia no cambia su posición, son los aspectos dogmáticos, que siguen intactos a través de los siglos y que no cambiarán aunque los templos se queden totalmente vacíos: La Resurrección de Cristo, la Santísima Trinidad, la Inmaculada concepción, etcétera.
Es importante comentar que el celibato no es un mandato divino, sino una orden disciplinaria de la Iglesia, y que por lo tanto, algún día puede cambiar.
Es verdad que hay cientos de cardenales, obispos y sacerdotes que viven rodeados de lujos, pero muchos de ellos (no todos, claro) viven en un sentido de total pobreza aunque estén rodeados de riqueza. Aquellos a quienes conozco personalmente me lo han demostrado con desapegos totales a los bienes, que viven en casas de las lomas, pero duermen en la calle si su apostolado lo requiere.

Los medios hablan de los sacerdotes que fallan, del oscurantismo de la Iglesia, pero se olvidan de tantas, tantísimas obras de apostolado que hay en el mundo y que no son noticia. ¿Por qué? Porque el escándalo vende. A nadie le importan los comedores "La Carità del Papa Per i Poveri di Roma", Caritas Internacional, ¿A cuántos indigentes dan asilo las Hermanas de la Caridad, congregación que fundó la Madre Teresa de Calcuta? Eso no se sabe, porque no vende.

El problema no es la curia Romana. El problema, creo yo, somos los fieles. Ser católico no es solamente ir a Misa los domingos y rezar de vez en cuando. Somos los católicos quienes damos más importancia en un bautismo a la fiesta que al Sacramento, quienes preferimos quedarnos viendo el fut los domingos, quienes vemos la oración como una repetición sin sentido de frases hechas por sabe quién.

Somos los católicos quienes preferimos una fiesta de 8 horas que una misa de 45 minutos.

¿Por qué somos así? Yo creo que simplemente por ignorancia. El catecismo se reduce a un mero trámite para hacer la Primera Comunión, en la que cuenta el traje blanco, la vela, la Biblia y el Rosario, Los cantos de las Clarisas y la asistencia del Señor Obispo, todo como marco para una fiesta donde el único no invitado es Cristo en la especie del pan. Cuando nuestras mamás querían enseñarnos lo poquito que sabían nos deshacíamos en bostezos y tratábamos de huir a toda costa.

¿Cómo vamos a formar católicos congruentes si nosotros no lo somos? ¿Cómo les explicamos el Sacrificio de la Misa si ni siquiera sabemos de qué partes consta?

En México habemos muchos fieles de una nueva religión, la "catolicápero", ¿la conocen? "Yo soy Católico, pero..." Y apoyados en eso, cuestionamos cosas que muchas veces van en contra de nuestros intereses o comodidades.

La Iglesia está llena de sacerdotes, religiosos, consagrados justos. Gente que no aspira a ser recordada tras su muerte y que da hasta que duele. Madres Teresas hay muchas, Juan Pablos II hay otros tantos, solo que a veces están tan cerca que no los alcanzamos a ver.

Mario, no pretendo que me creas o que compartas mi opinión. Es solamente un comentario a tu post, respetuoso y que pretende ofrecerte la visión que yo tengo de mi experiencia en la Iglesia Católica.

Un saludo muy afectuoso.